El Cantar de los Cantares, el más excelso cántico al amor

"Cantar de los cantares IV" (1958), de Marc Chagall

Sarah González López, Puerto Rico, Publicado en Devocional Caminando en Sororidad, de Con Efe 2023

Cantar de los Cangtares. 7:1a

“¡Gira, gira Sulamita! ¡Gira y gira, que te veamos!” (BNP)

De joven tuve un primer encuentro con este texto desde mi ingenuidad. Lo concebí como un drama cuyos parlamentos componen también un hermoso poema que me hablaba de la perfección del amor entre parejas humanas. Hoy vuelvo a él. Comprendo que como texto acogido por el canon la mirada teológica es imprescindible. El Cantar de los Cantares es el más excelso cántico al amor en más de un sentido, de ahí su título.

Con las herramientas de la teología feminista reflexiono intentando resolver el desafío y exclamo, ¡qué más teológico que el amor humano! ¿Acaso no fue precisamente en una criatura humana en quien Dios se encarnó?

Ante nuestros sentidos se despliega un verdadero festín sensorial para afirmarnos en el amor como fuerza generadora de vida abundante desde y por nuestro propio ser, mediante el empoderamiento de nuestros cuerpos como seres sexuados. Una mujer articula la urgencia de un encuentro amoroso con su pareja sin miramientos culturales ni de corte moralista. ¡Bésame con besos de tu boca! Llévame contigo…¡introdúceme oh rey en tu alcoba y gocemos juntos…!

A nosotras se nos ha negado la fuerza vital que brota de estas palabras: “lo femenino es pasivo, vaso receptor”. Secuestrada queda la capacidad de anhelar, buscar y sentir urgencia de amor y de placer.

Ante la imposibilidad de alcanzar las cotas de pasión necesarias, se anula toda satisfacción integral, para actualizar el verdadero amor. Pero la Sulamita no corresponde con este estereotipo. Ella apasionada, bailando y girando da rienda suelta no solo a sus deseos de satisfacer cada uno de sus sentidos mediante el encuentro cuerpo a cuerpo con su amado, sino que busca también activamente la entrega de todo su ser allí donde los amantes serán arrebatados, bien en la alcoba, bien en el campo entre los cipreses, “donde las aguas torrenciales no podrán apagar al amor”. Donde como en la poesía mística de San Juan de la Cruz, la “Amada en el amado es transformada” y por qué no, el “amado es transformado en la amada”.

Es ese amor perfecto que traduce la experiencia en una de igualdad entre los géneros y que no se reduce al goce efímero, sino que se consuma más allá de la conciencia atisbando lo eterno. Más allá de los cinco sentidos, del tiempo cronológico y del espacio tridimensional. Es la unión perfecta entre dos almas mediatizada por el regalo de la corporeidad.

Dios no quiere menos para nosotras: “Yo he venido para que tengan vida en abundancia”. Desde los feminismos latinoamericanos y caribeños, proclamamos también que la vida abundante tiene que ser sabrosa. Por eso la Sulamita desde el texto canónico del Cantar de los Cantares mientras gira y danza también nos dice: ¡Mujer da rienda suelta a tu anhelo de amar y ser amada, ama y vive la vida sabrosa!

¡Gira, gira Sulamita! ¡Gira y gira, hasta que te veamos y aprendamos de ti!

Claudia Florentin