¿Cómo esperar este tiempo de Adviento?

Por L. Susana Vaccaro, Argentina-

Compartimos: 

“Aprendan a hacer el bien, busquen la justicia, restituyan al agraviado, hagan justicia al huérfano, amparen a la viuda”. “Vengan ahora y razonemos”  (Isaías 1:17-18(a)) 

El ángel dijo: “Él será para ti un motivo de gozo y de alegría y muchos se alegrarán de su nacimiento” (Lucas 1:14) 

Un Tiempo de Espera, activa.

¿Y si en este tiempo vamos por el camino de la empatía?

¿Desde ese Dios de la Vida que amamos y sabemos que es empático?

¿Desde ese Dios que no quiere sustituirnos, sino que nos motiva a saber escuchar a mi prójima y hacer algo bueno como lo hicieron una vez por nosotras?

¿Desde ese Dios que busca continuamente la liberación de las personas para una verdadera humanización?


Expresar que vivimos tiempos difíciles quizás sea redundante para muchas, pero no podemos negar que nuestros tiempos, en Argentina y el mundo, están ligados a mensajes, publicidades, imágenes, discursos de odio, violencia, guerras, miedos…

Nosotras que decimos que somos gestoras de vida, de proyectos, de iniciativas con el único fin de reproducir esperanza en todas  las personas a quienes se les ha mermado su dignidad y el normal desarrollo humano, en estos últimos días de  2024, tomemos la iniciativa.

Primero, tenemos que sentirnos convocadas a nosotras mismas, luego estimular a nuestra familia y después a otras compañeras que deseen unirse a este sentimiento.

Segundo que no es un tiempo cualquiera, no es un marketing comercial, turístico… y no tengo ninguna negación a estas cosas; yo también compro regalos, viajo, pero este tiempo es otra cosa, tiene un valor que nada es comparable.


Es un tiempo de Alguien que tiene que llegar, no es un alguien que nos habla lejano como la teología clásica. Ese Alguien es quien se duele con el sufrimiento de su creación, que no es indiferente a la injusticia, la opresión y el dolor. Ese Alguien salió de su lugar para traer libertad, Salvación, Paz, Amor, identificación con lo humano.


Por todo esto somos nosotras las que tenemos que preparar un tiempo, y darnos cuenta que hay una realidad, no para vivir en el mes de diciembre, una vez al año, sino siempre.

 Por ello, nuestra fe tiene que ser  certera porque ya sabemos que Jesús nació y que no quedó en un pesebre sino que cada día es un presente contínuo, obrando en la historia de nuestra vida personal, colectiva, de nación y de todo el mundo. Dios siempre está ahí!

En este tiempo de Adviento…

Un Adviento que acuda a los lugares donde la vida  es penosa, triste, desahuciada…

Un Adviento que motive a tener fe aunque haya momentos de larga espera,  muy desconocidos, como tuvo que transitar María.

Un Adviento que busque a aquellos/as con quienes puedan adherir la fe que mueve montañas, como lo hizo María en el encuentro con su prima Elisabeth y otras mujeres que seguramente estaban ahí…

Un Adviento que invite a sacar a la luz lo que por años venimos atesorando con enseñanzas bíblicas, formaciones teológicas, seminarios, prédicas, cursos, talleres, esto que es muy importante “no sirve” si no las usamos como herramientas para abrir caminos de paz, para terminar con rencores, divisiones,  falta de perdón desde la falla de nuestras personalidades y no desde lo que Dios hace con nosotras.

Un Adviento que sirva para comprender mejor la realidad de nuestros contextos y las nuevas demandas culturales, sociales, humanas porque si no respondemos con claridad y amor, desde la enseñanza y vida de Jesús, nos ponemos del lado de la injusticia-opresión por estar plantados en un fundamentalismo que tanto daño hace por no tener la interpretación correcta de la Palabra de Dios.

Un Adviento que no naturalice los abusos en la niñez; los feminicidios,  la orfandad de los hijos/as que quedan sin sus madres, el abandono a los adultos/as mayores.

Un Adviento como un tiempo de agradecer el país que vivimos sin olvidar la defensa de nuestra democracia, para que la misma satisfaga una vida justa para todos los ciudadanos/as.

Un Adviento de renovación, de alegría, de canto, de aire fresco, de celebraciones litúrgicas colectivas, ecuménicas. A todas nos gusta defender nuestras comunidades de fe, pero jamás amparar lugares rígidos, cerrados  donde nunca se cambian mandatos, formatos, modelos de años, no, sino contribuyamos para que sean espacios de liberación donde las inequidades de la vida, una vez que reflexionamos en conjunto la Palabra de Dios, se disipan, no el problema, pero sí la forma de encararlos.

Un Adviento que no deje de memorar a todas las mujeres de la historia, las invisibilizadas, a las que hemos conocido por lecturas, por estudiarlas,  o si son contemporáneas, por encuentros con ellas;   si sus experiencias han sido valiosas, no las ocultemos (no le hagamos el juego al patriarcado).

Un Adviento de actitudes  solidarias, esperanzadoras, que posean luminosidad. 

¿Cómo vamos a celebrar el nacimiento de Jesús sin coherencia? 

Es un llamado a despertar, a encender las velas, a estar preparadas.

Como dijera alguien…

Vayamos por la distancia más corta, por el círculo más cercano. ¡Vayamos!


Dios se basta a sí mismo pero

ha preferido estar con su creación

y por ello nos envió a Jesús

y EL se “abajó”, se hizo carne.

El Adviento es El!

La autora es Pastora Jubilada-Emérita


Claudia Florentin